Energías renovables: ahora también los usuarios pueden generar

Cerca de su implementación, la Ley de generación distribuida permite a usuarios del sistema eléctrico interconectado autogenerarse con energías renovables e inyectar excedentes de generación a la red en todo el país. Pero falta definir cuáles serán los incentivos fiscales y financieros. En el sector se quejan por la tasa de interés a la que accede el país.

«Para poder hacer eso, hay que notificar a la autoridad de aplicación, pedir la autorización a la distribuidora o cooperativa según la zona, provincia o municipio de residencia y si se requiere financiamientos o incentivos, anotarse en un listado en el que la prioridad se fijará según el orden de inscripción», anticipa a 3Días el presidente de la Cámara Argentina de Energías Renovables (CADER), Marcelo Álvarez.

En la reglamentación de la Ley, que se publicó el 2 de noviembre en el Boletín Oficial, se describe la creación del Fondo para la Generación Distribuida de Energías Renovables (FODIS) como instrumento para incentivar la instalación de este tipo de equipamiento a través de préstamos, subsidios o bonificación de tasas de interés para créditos.

Luego del decreto reglamentario, el Gobierno nacional publicó antes de finalizar el año la resolución 314. «Se esperaban mayores especificaciones; define la autoridad de aplicación, que es la Secretaría de Energía, y la realización del Registro Nacional de Usuarios-Generadores de Energías Renovables (Renuger), pero no explica cómo se van a aplicar o en qué consistirán los incentivos fiscales y financieros», indica Álvarez.

De acuerdo con una fuente de la Secretaría de Energía, los incentivos estarán presentes tanto del lado de la oferta como de la demanda; es decir, a la industria nacional, tanto para pymes que se dediquen a proveer productos, equipos o a ofrecer servicios, sino también orientado a financiar a aquellos usuarios interesados en la autogeneración.

Asimismo, la Ley establece una exención de los impuestos de IVA y Ganancias para los usuarios generadores, residenciales o pymes pequeñas, solamente para cuando inyecten energía a la red. Como son tributos nacionales, los técnicos de la Secretaría pretenden que mediante una ley de adhesión las provincias eximan de Ingresos Brutos también en estos casos para complementar este mecanismo.

Por otra parte, como esquema de incentivo a la demanda está previsto el uso de certificados de crédito fiscal orientado para el sector productivo y pymes, para descontar algunas de las obligaciones que tengan estos contribuyentes de cualquier tributo nacional. Para esto quedó definido un cupo fiscal en la Ley de Presupuesto que ya está aprobada para este año.

«Se trabaja para cerrar los acuerdos y ver qué posibilidades de crédito hay en el mercado. No sabemos qué tasa vamos a tener, lo vamos a definir en los próximos meses. Tenemos asignados 500 millones de pesos para el FODIS para apalancar financiamientos, más 300 millones de pesos de cupo fiscal para los créditos fiscales», afirman a 3Días desde el área de Renovables de la Secretaría de Energía, un sector que por el momento no tuvo cambios luego del reemplazo de Javier Iguacel por Gustavo Lopetegui al frente de la cartera.

Para el subsecretario de Energías Renovables, Sebastián Kind, estos avances que harán aplicable la Ley de generación distribuida son un «hito en la historia del sector energético en la Argentina».»El financiamiento que promoverá el Gobierno servirá para ayudar a que los usuarios, que hoy ven imposible esa inversión, al menos puedan evaluarlo», asegura Kind a 3Días.

Para ponerlo en números, el costo de instalación de un equipo para generar electricidad en un hogar tipo ronda los u$s 3000 o 4000, con una inversión que se recuperar en unos siete años.

«Para lo que sigue en relación a la Ley de generación distribuida, está muy definido el curso de acción; lo que hay que hacer es muy concreto y no hay chance de que esto se frene», agregan fuentes del área.

A mitad de camino

A lo largo del año 2018, tras la sanción de la Ley de generación distribuida y la expectativa que comenzó a forjar su implementación, diversos sectores comerciales e industriales, productores agropecuarios de todo el interior, comercios de grandes ciudades y el sector rural mostraron gran interés por utilizar sistemas de energías renovables. En el contexto que el Gobierno nacional planteaba a principios de ese año con una endurecida postura de reducción de subsidios a la energía, aparecía la energía limpia como una solución a dos problemas: el aumento del costo de la tarifa y el abastecimiento en forma independiente.

«La devaluación volvió a poner las tarifas a mitad de camino en términos de sinceramiento con respecto a los costos reales. Cuando se terminen de sincerar las tarifas, las renovables van a ser una opción para bajar precios significativamente», describe Álvarez.

En ese sentido, uno de los principales referentes del Departamento de Energía Solar de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), Julio Durán, señala que lo que más complica el panorama de los potenciales proyectos de generación distribuida son los subsidios.

«No se sabe si se va a pagar por la energía renovable un precio mayorista muy bajo comparado con el costo de generación, lo que inevitablemente va a alargar mucho los tiempos de amortización y de recupero de la inversión. Cuando se subsidia, se aplica a la generación con fósiles; al que genere a partir de fuentes renovables le van a pagar mucho menos porque le va a faltar el subsidio», opina en diálogo con 3Días.  «En la Ley, entre los incentivos posibles se incluyó la aplicación de una tarifa diferencial, pero desde la Secretaría ya se anticipó que no tienen intención de implementarlo», añade.

Durán también es director de Iresud, un convenio asociativo público-privado entre la CNEA, la Universidad Nacional de San Martín (USAM) y cinco empresas privadas, que con el fin de promover el uso de energía solar conectada a la red eléctrica distribuida llevó adelante entre 2011 y 2016 dos proyectos que hoy sirven de antecedente para la aplicación de sistemas de generación distribuida.

«Una parte importante de la discusión apunta a que la Ley nacional define que se va a utilizar un único medidor bidireccional, lo que indica que en los momentos en los cuales lo que se genera se consume dentro de la vivienda o el comercio, esa información no la tiene la distribuidora porque esa energía no sale de la casa o de la edificación. Solo se podrá medir el excedente. Esto es un problema para la distribuidora; pongamos un caso extremo en el que muchos vecinos generan su propia energía y si no inyectan nada lo que va a ocurrir es que la distribuidora va a facturar mucho menos. La Ley plantea un modelo de facturación neta, es decir, que la distribuidora va a comprar a precio mayorista solo lo inyectado, no el total de lo generado. La discusión termina siendo económica y no técnica», puntualiza Durán.

Al respecto, en la Secretaría de  Energía confirman que solo se medirá la inyección y la demanda de la red a los efectos de la facturación, que si bien existen otros esquemas implementan más mediciones, fueron descartados porque esa información adicional no es de utilidad y obliga al usuario a instalar más medidores. «Esto no afecta a las distribuidoras porque lo que cobran se calcula en base a la inversión y el mantenimiento de la infraestructura. Lo que pagará por los excedentes al usuario generador se reconocerá al mismo precio de lo que paga en el mercado mayorista cuando compra energía», señalan.

Como antecedente, están vigentes leyes provinciales con marco regulatorio, como es el caso de Santa Fe, Mendoza y Salta, entre otras. «En esos casos, vemos un crecimiento sostenido porque tienen una tarifa de incentivo y los usuarios no solo lo aplican porque valoran la descentralización sino porque les conviene. Y lo ideal es que pase eso, que el Gobierno nacional traslade en formato de incentivo lo que se ahorra en fósiles a través de la Ley», aspira Álvarez.

Barreras

La adopción de las energías renovables no solo es tecnológicamente posible actualmente; es más que nada conveniente porque además de favorecer al medio ambiente y provenir de una fuente inagotable, reducen la salida de divisas por compra de combustibles fósiles, generan más impuestos locales por unidad de energía generada lo que implica un mayor impacto positivo para las economías regionales y diversifican y hacen más segura la matriz energética del país.

«La sustentabilidad ambiental, en los hechos, no fue ni es ventaja suficiente para darles prioridad frente a otras fuentes de energía; es por eso que hoy tenemos que aprovechar este momento singular en toda su dimensión, no solo para aumentar la potencia eléctrica renovable instalada de gran escala, sino para ayudar al desarrollo de la industria nacional y para crear incentivos que estimulen la adopción de energía distribuida», señala Álvarez.

No obstante, según advierte, la Argentina entra tarde al mundo de las renovables, de hecho es el último país latinoamericano que avanza en el desarrollo de estas fuentes. «Si bien hay algunos antecedentes en materia legislativa que buscaron estimular su desarrollo, se quedaron en lo declarativo», sentencia el titular de CADER y agrega que fue a partir de la activación de dos leyes que comenzó a modificarse el escenario de acción para las energías alternativas.

Una de esas iniciativas fue el decreto que reglamentó en 2016 la Ley 27.191 de fomento para el uso de fuentes renovables para la generación, que supone la incorporación de 10.000 MW de energías alternativas a las de origen fósil a la red eléctrica para el 2025, con lo que se alcanzaría a completar un 20% de la matriz energética del país; y la otra fue la sanción de la Ley 27.424 de generación distribuida en 2017, que también motoriza el segmento de este tipo de energías pero desde el punto de vista de la distribución y para la que se publicó en diciembre la resolución 314 que acompaña la reglamentación.

«Las dos normas son herramientas perfectibles pero lo suficientemente buenas para impulsar el mercado, de hecho la primera ya lo está haciendo y la segunda, confiamos en que lo va a hacer. Las barreras a remover ahora son de financiamiento y de implementación», indica Álvarez.

Si bien la reactivación del segmento estos últimos dos años fue muy grande, todavía muchos de los proyectos están en construcción y aún no generan energía, y es por eso que no se logró cerrar el año 2018 con un 8% del consumo de los grandes usuarios provisto por energías alternativas, tal como estaba previsto en la Ley de fomento.

«En términos reales, me refiero a la energía generada, no llegamos al 3%, pero en términos de potencia contratada, cumplimos con la Ley. Sucede que se dilató bastante la construcción de los parques eólicos y solares con los vaivenes macroeconómicos que tuvimos; se encarecieron algunos financiamientos y otros directamente se cayeron», evalúa el presidente de la entidad.

«Estamos en el camino hacia la transformación, pero tenemos algunos limitantes como la tasa de interés a la que accede el país hoy. Esa es la principal barrera, porque el financiamiento es muy caro para la Argentina y se trata de proyectos de capital intensivo», concluye.

El problema de la distribución

En el marco de la Ley 27.191 de fomento para el uso de fuentes renovables para la generación, entre el Programa RenovAr y la Resolución 202 fueron adjudicados 157 proyectos de generación de energía renovable desde 2016. En total, representan 4.931,488 MW de potencia a instalar.

A los proyectos mencionados se suman otros 41 con prioridad de despacho asignada en el Mercado a Término de Energías Renovables (MATER), que es la alternativa para los grandes usuarios que quieren cubrir su cuota de energía renovable por medio de contratos privados. Así, alcanzan 197 las propuestas de inversión, y representan 5.941,068 MW de potencia, que deben construirse en un lapso relativamente corto de tiempo.

No obstante, se presentó un cuello de botella en la previa de la apertura de la última ronda del Programa RenovAr, que se llevó a cabo a fin de 2018: las redes de transmisión están casi saturadas y no hay tanta capacidad de despacho disponible como había para permitir los emprendimientos de envergadura que se contrataron en las primeras licitaciones. En efecto, desde el Gobierno nacional se estimó que para transportar la nueva generación de energías renovables se requerirán ampliaciones de capacidad por un total de 5800 MW.

«Para las primeras licitaciones, el Estado nacional no necesitó realizar inversiones en infraestructura para que se puedan llevar a cabo, con lo que había alcanzaba. Pero el escenario cambió», advierte Álvarez, al tiempo que señala que «esta falta de planificación puede ser vista como una oportunidad para el desarrollo de proyectos más chicos que apunten al abastecimiento regional», lo que se complementa con la generación distribuida a nivel domiciliario, comercial e industrial.

Fuente: Sabrina Pont– EL CRONISTA

Energías renovables: cómo avanza la revolución verde en la Argentina

Llegan inversiones por US$7000 millones, se multiplican los proyectos y se suman empresas que quieren aprovechar el buen momento de un sector estratégico que explotó en solo dos años

El 15 de octubre de 2015 se abrió una gran puerta para las energías renovables en la Argentina. Ese día se publicó en el Boletín Oficial la ley 27.191, que fue el pistoletazo de partida para el boom de «fuentes verdes» que se desató en el país, con la llegada de inversiones por US$7000 millones y cientos de empresas ávidas por instalar parques eólicos y solares, plantas de biomasa y biogás y centrales minihidroeléctricas.

Este será el gran año del despegue de las energías alternativas en el país, porque empezarán a construirse los proyectos firmados en los últimos 12 meses (26 ya están en construcción), correspondientes al Programa RenovAr, que impulsa el Gobierno. A este ritmo, la Argentina se encamina confiada hacia el objetivo de cubrir 20% de su matriz energética con energías renovables para 2025 (hoy esa cifra llega a 1,2%, pero ya hay contratos que permitirán escalar al 8% este año y a 12% en 2019).

«Es tremendo lo que está pasando en la Argentina, el país se está posicionando en el mundo como uno de los mercados más atractivos para el desarrollo de energías renovables», dice Sebastián Kind, actual subsecretario de Energías Renovables de la Nación. Este funcionario, designado por el ministro de Energía, Juan José Aranguren, para impulsar la «ola verde» a nivel nacional, fue el autor intelectual de la ley 27.191, texto que redactó para el senador Marcelo Guinle.

Juan Bosch, presidente de Saesa, un trader de gas y de energía, afirma que la Argentina está parada en un lugar muy positivo. «Si se mira hacia atrás solamente dos años, se puede ver que el país estaba descolgado del mundo en esta materia y tenía apenas 1/2% de energías renovables en la matriz energética. Hoy no hay congreso de energías renovables en el mundo donde no se hable de la Argentina como destino de inversiones», destaca.

Esas inversiones llegan de la región, de Europa, de los Estados Unidos y de Asia. Ayudarán al país a ponerse a tono con sus pares de la región que hoy le llevan ventaja, ya que mientras que aquí hay una capacidad instalada de 678 MW de energías limpias, Uruguay tiene 1720 MW (44% de su matriz energética); Chile, 3740 MW (17%), y Brasil, 28.310 MW (18%), según Climatescope, portal especializado que pertenece a Bloomberg New Energy Finance.

La tarea que hay por delante no es sencilla: como se dijo, actualmente solo 678 MW de energías renovables nutren la matriz energética nacional, mientras que cumplir con la meta fijada de 20% en 2025 implicará alcanzar los 10.000 MW. Para lograrlo, el Gobierno lanzó el Programa RenovAr, una gran licitación dividida en rondas que adjudica proyectos de generación a distintas empresas que, una vez que tengan la producción en marcha, venderán su energía a Cammesa.

Pero antes de eso, según Kind, lo que hubo que hacer fue reglamentar la ley 27.191, con el decreto 531. Lo más destacable de la reglamentación es que marca dos caminos para contractualizar energías renovables de alta potencia en la Argentina: 1) las compras que instruye el Estado nacional y 2) el mercado a término de energías renovables (Mater), que es la resolución 281 y que da la posibilidad a los grandes usuarios habilitados (cuyos consumos medios están por arriba de 300 KW de potencia) de salir y contratar energías renovables en el mercado.

Hasta ahora lo que más difusión tuvo fue el mencionado Programa RenovAr, que ya concretó tres rondas (ronda 1 en agosto de 2016; ronda 1,5 en noviembre de 2016, y ronda 2 en octubre de 2017). Kind precisa que ya hay adjudicados por este sistema 4466,5 MW, correspondientes a 147 proyectos (59 de las rondas 1 y 1,5 y 88 de la ronda 2). «A eso hay que sumarle 10 proyectos más de la resolución 202», acota el funcionario.

A su vez, lo del mercado a término agregaría una buena cantidad de MW a los 4466,5 ya adjudicados por el camino de compras que instruye el Estado nacional. «Para tener una estimación, al día de hoy hay 2150 MW solicitados en el marco de la resolución 281. Son generadores que quieren salir a firmar un contrato con un gran usuario habilitado», cuenta Kind. Un primer paso en eso ya lo dio Loma Negra, al firmar con Genneia.

Las inversiones necesarias no son menores y dependen del tipo de tecnología elegida: por ejemplo, para instalar un MW de potencia en energía solar se deben desembolsar entre US$800.000 y US$900.000, mientras que para un MW de energía eólica se necesitan entre US$1,1 millones y US$1,3 millones. Parte de este capital lo ponen las empresas adjudicatarias y parte los financistas, entre los que están la Corporación del Banco Interamericano de Desarrollo y el Banco Mundial.

En materia de recursos, el país no tiene nada que envidiarles a otras naciones. Hay mucho viento (y de buena intensidad) en la Patagonia; mucho sol en el Norte (aunque también en Córdoba), y hay muchos recursos de biogás y biomasa en la zona agropecuaria. También hay potencial en minihidro, que son pequeñas centrales hidroeléctricas que no requieren un dique.

Bosch opina que, más allá de los recursos naturales existentes, el primer motivo del auge actual es la ley de energías renovables. «Después fue necesario hacer que Cammesa fuera un sujeto creíble para el mercado financiero (ya que no lo era, por problemas crediticios) y fue muy importante que el Gobierno diera a los oferentes que quisieran otra garantía adicional la posibilidad de acudir al Banco Mundial», comenta el trader.

La energía renovable es más económica que la tradicional: un proyecto de los más económicos de RenovAr se cerró en US$45 por cada MW/h, mientras que hoy el gran usuario le compra a Camessa a US$70/80 MW/h. Para el consumidor normal esto es muy importante, ya que cada MW/h de energía renovable que se vuelca a la red hace que su boleta de luz sea menos abultada.

Pese a que se intenta que haya un mix de proyectos de las distintas tecnologías (eólica, solar, biogás, biomasa y minihidro), la que picó en punta fue la eólica. Allí hay empresas como Genneia, Central Puerto, Pampa, Petroquímica Comodoro Rivadavia y Enel, entre las más importantes, y se han adjudicado contratos por 2466 MW.

Rubén Vázquez, gerente de Energías Renovables de Central Puerto, describe cómo es su participación en el negocio. «Ganamos en la ronda 1 de RenovAr un proyecto de 99 MW en Bahía Blanca (La Castellana), que se inaugurará en mayo. Además, en la ronda 1,5 ganamos otro proyecto en Achiras, Córdoba, por 48 MW. Esto requiere una inversión cercana a los US$215 millones. En tanto, en la Ronda 2 ganamos un proyecto de 87 MW ( Genoveva)», detalla el ejecutivo.

¿Por qué energía eólica? «Central Puerto es líder privado en generación eléctrica en el país y tomó la decisión estratégica de ser líder también en energía renovable. Además, pensamos que en eólica somos más competitivos que en solar, donde ya hay otros actores», responde Vázquez.

Para el ejecutivo de Central Puerto, el desarrollo de la energía eólica tomó un impulso increíble a partir de RenovAr, y si no fuera por la limitación en la línea de transporte, se habría puesto más potencia. «Existen limitantes en el transporte tanto en el sur como en el norte, aunque hay algunas obras de infraestructura ya previstas», apunta Vázquez.

Por su parte, Genneia invertirá US$1000 millones en tres años y totalizará entre sus varios parques eólicos (a los que suma los diversos proyectos que le fueron adjudicados por RenovAr) 730 MW. «Esto la convierte en la mayor empresa generadora de energía eólica del país», destaca Alfredo Bernardi, gerente de Relaciones Institucionales de Genneia.

Fuente: LA NACION

Luego de la energía eólica, sigue en importancia la solar, con proyectos adjudicados por 1732 MW. Hoy el país tiene un nivel bajo de esta tecnología, porque su penetración empezó a crecer recién en los últimos cinco años y en los inicios se hacía imposible pensar en infraestructura de ese tipo. Solo hay 7 MW en San Juan, a lo que hay que sumar una planta experimental de 1,5 MW también en esa provincia.

En este caso, 360 Energy es, en términos de adjudicaciones, la empresa privada de energía solar más grande del país. Su CEO, Alejandro Lew, señala que, como parte de la nueva revolución de renovables, esta compañía firmó varios contratos bajo las normas de la Ronda RenoVar 1,5 (siete contratos, por 165 MW, en San Juan, Catamarca y La Rioja, cuyo primer contrato comenzará a funcionar en marzo) y en la Ronda 2 (contratos por 147 MW que entrarán en funcionamiento en 2019 y 2020, en Catamarca, San Juan, La Rioja y Córdoba. «En total, invertiremos US$300 millones», precisa.

Además de 360 Energy, hay otros proyectos solares en el país. Entre los más importantes están: el de la empresa china Jimco, en San Juan (80 MW); el de la francesa Neoen (100 MW), y el del grupo puntano Diaser, en San Luis (14 MW). Y, claro, el de la provincia de Jujuy de 300 MW. Además, Mendoza adjudicó seis proyectos por 100 MW, patrocinados por la empresa estatal Emesa.

Lew subraya que la Argentina está bendecida por el recurso natural del sol. Sobre todo en el noroeste del país, pero también en lugares que podrían parecer poco eficientes, como la provincia de Buenos Aires (que es mejor que algunas zonas de Europa). «Los avances que se proyectan en energía solar hacen pensar que toda la matriz energética local podría ser abastecida por esa fuente», concluye el directivo.

Algo más rezagados, pero también con inversiones y proyectos, vienen el biogás y la biomasa. Hasta ahora se adjudicaron 65 MW y 158 MW, en cada caso. Hoy, las plantas de biogás en el país se cuentan con los dedos de una mano (apenas 10 MW), pero se estima que en los próximos 24 meses habrá unas 30. Entre las más importantes empresas de biogás están Bioeléctrica, Adecoagro, SeedsEnergy, Grupo Vicentín y una diversidad de establecimientos agropecuarios que hacen plantas chicas en campos propios.

SeedsEnergy, por caso, anunció una inversión de US$11 millones para construir una planta de biogás en Venado Tuerto (2 MW) y una de US$13 millones para levantar otra en Pergamino (2,4 MW). «Esto sería en primera instancia porque pensamos ampliar la capacidad. Si hay un RenovAr 3, vamos a considerar presentarnos, porque queremos hacer más plantas y reinvertir utilidades», dice Héctor Tamargo, cofundador y gerente general de SeedsEnergy.

¿Por qué apostar al biogás? «Das una solución a los problemas ambientales generados por los residuos agropecuarios, usás una tecnología muy versátil, que permite una diversidad de fuentes de biomasa (para asegurar el abastecimiento durante los 20 años de contrato), es lo que mejor paga (porque da energía las 24 horas los 365 días del año), y permite generar biofertilizante. Es la energía ideal para la Argentina, ya que tiene gran cantidad de residuos de la industria agropecuaria», concluye Tamargo.

La revolución verde que logró en solo dos años colocar al país en la mira de inversores mundiales está en marcha: llegan millones de dólares, se firman contratos, se construyen decenas de parques y se genera empleo. Falta mucho camino por recorrer para que la Argentina sea potencia en energías limpias, pero los primeros pasos están dados.

  • Potencial: en el futuro, la energía solar podría cubrir el 100% de la demanda local
  • Actualidad: hoy solo hay 8,5 MW de energía solar instalados en el país, en en San Juan
  • En marcha: el Programa RenovAr adjudicó proyectos de energía solar por 1732 MW

Fuente: Carlos Manzoni – LA NACIÓN